Por Ana Trafton
Cuando comes una comida abundante, tu estómago envía señales a tu cerebro que crean una sensación de saciedad, lo que te ayuda a darte cuenta de que es hora de dejar de comer. Un estómago lleno de líquido también puede enviar estos mensajes, por lo que a menudo se recomienda a las personas que hacen dieta beber un vaso de agua antes de comer.
Los ingenieros del MIT han ideado una nueva forma de aprovechar ese fenómeno, utilizando una cápsula ingerible que vibra dentro del estómago. Estas vibraciones activan los mismos receptores de estiramiento que detectan cuando el estómago está distendido, creando una sensación ilusoria de plenitud.
En los animales que recibieron esta pastilla 20 minutos antes de comer, los investigadores encontraron que este tratamiento no sólo estimuló la liberación de hormonas que indican saciedad, sino que también redujo la ingesta de alimentos de los animales en aproximadamente un 40 por ciento. Los científicos tienen mucho más que aprender sobre los mecanismos que influyen en el peso corporal humano, pero si más investigaciones sugieren que esta tecnología podría usarse de manera segura en humanos, una píldora de este tipo podría ofrecer una forma mínimamente invasiva de tratar la obesidad, dicen los investigadores.
Shriya Srinivasan es el autor principal del nuevo estudio, que aparece hoy en Science Advances. Giovanni Traverso, profesor asociado de ingeniería mecánica en el MIT y gastroenterólogo en el Brigham and Women’s Hospital, es el autor principal del artículo.
Una sensación de plenitud
Cuando el estómago se distiende, unas células especializadas llamadas mecanorreceptores detectan ese estiramiento y envían señales al cerebro a través del nervio vago. Como resultado, el cerebro estimula la producción de insulina, así como de hormonas como el péptido C, Pyy y GLP-1. Todas estas hormonas trabajan juntas para ayudar a las personas a digerir los alimentos, sentirse llenas y dejar de comer. Al mismo tiempo, disminuyen los niveles de grelina, una hormona que promueve el hambre.
Mientras era estudiante de posgrado en el MIT, Srinivasan se interesó en la idea de controlar este proceso estirando artificialmente los mecanorreceptores que recubren el estómago, mediante vibraciones. Investigaciones anteriores habían demostrado que la vibración aplicada a un músculo puede inducir la sensación de que el músculo se ha estirado más de lo que realmente se ha estirado.
Como postdoctorado en el Instituto Koch para la Investigación Integrativa del Cáncer del MIT, Srinivasan trabajó en estrecha colaboración con el laboratorio de Traverso, que ha desarrollado muchos enfoques novedosos para la administración oral de fármacos y dispositivos electrónicos. Para este estudio, Srinivasan, Traverso y un equipo de investigadores diseñaron una cápsula del tamaño de un multivitamínico, que incluye un elemento vibratorio. Cuando la pastilla, que funciona con una pequeña batería de óxido de plata, llega al estómago, los fluidos gástricos ácidos disuelven una membrana gelatinosa que recubre la cápsula, completando el circuito electrónico que activa el motor vibratorio.
En un estudio en animales, los investigadores demostraron que una vez que la píldora comienza a vibrar, activa los mecanorreceptores, que envían señales al cerebro mediante la estimulación del nervio vago. Los investigadores rastrearon los niveles hormonales durante los períodos en que el dispositivo vibraba y descubrieron que reflejaban los patrones de liberación de hormonas observados después de una comida, incluso cuando los animales habían ayunado.
Luego, los investigadores probaron los efectos de esta estimulación sobre el apetito de los animales. Descubrieron que cuando la píldora se activaba durante unos 20 minutos, antes de ofrecer comida a los animales, consumían un 40 por ciento menos, en promedio, que cuando la píldora no estaba activada. Los animales también ganaron peso más lentamente durante los períodos en los que fueron tratados con la píldora vibratoria.
La versión actual de la píldora está diseñada para vibrar durante unos 30 minutos después de llegar al estómago, pero los investigadores planean explorar la posibilidad de adaptarla para que permanezca en el estómago durante períodos de tiempo más largos, donde podría encenderse y apagarse. de forma inalámbrica según sea necesario. En los estudios con animales, las pastillas pasaron por el tracto digestivo en cuatro o cinco días.
El estudio también encontró que los animales no mostraron ningún signo de obstrucción, perforación u otros impactos negativos mientras la píldora estuvo en su tracto digestivo.
Un enfoque alternativo
Según los investigadores, este tipo de píldora podría ofrecer una alternativa a los enfoques actuales para tratar la obesidad. Las intervenciones no médicas, como el ejercicio dietético, no siempre funcionan y muchas de las intervenciones médicas existentes son bastante invasivas. Estos incluyen la cirugía de bypass gástrico, así como los balones gástricos, que ya no se utilizan ampliamente en los Estados Unidos por motivos de seguridad.
Medicamentos como los agonistas del GLP-1 también pueden ayudar a perder peso, pero la mayoría de ellos deben inyectarse y son inasequibles para muchas personas. Según Srinivasan, las cápsulas del MIT podrían fabricarse a un coste que las pondría a disposición de personas que no tienen acceso a opciones de tratamiento más caras.
Los investigadores ahora planean explorar formas de ampliar la fabricación de las cápsulas, lo que podría permitir ensayos clínicos en humanos. Dichos estudios serían importantes para aprender más sobre la seguridad de los dispositivos, así como para determinar el mejor momento para tragar la cápsula antes de una comida y con qué frecuencia sería necesario administrarla.
Otros autores del artículo incluyen a Amro Alshareef, Alexandria Hwang, Ceara Byrne, Johannes Kuosmann, Keiko Ishida, Joshua Jenkins, Sabrina Liu, Wiam Abdalla Mohammed Madani, Alison Hayward y Niora Fabian.