El dispositivo de prueba de concepto es cómodo, seguro y fácil de usar
Unas 30.000 personas en los EE. UU. padecen esclerosis lateral amiotrófica (ELA), también conocida como enfermedad de Lou Gehrig, una afección neurodegenerativa que daña las células del cerebro y la médula espinal necesarias para el movimiento.
Ahora, un equipo de investigadores de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas John A. Paulson de Harvard (SEAS) y el Hospital General de Massachusetts (MGH) ha desarrollado un dispositivo portátil robótico suave capaz de ayudar significativamente al movimiento de la parte superior del brazo y el hombro en personas con ELA.
Conor Walsh, autor principal del informe del artículo publicado en el Science Translational Medicine, mientras que Tommaso Proietti es el primer autor del artículo, un ex investigador postdoctoral en el laboratorio de Walsh, donde se diseñó y construyó el dispositivo portátil. Walsh es además profesor en SEAS, donde dirige el Laboratorio de Biodiseño de Harvard.
El prototipo de asistencia es suave, está basado en tela y funciona de forma inalámbrica con una batería.
Para ayudar a los pacientes con ELA, el equipo desarrolló un sistema de sensores que detecta el movimiento residual del brazo y calibra la presurización adecuada del actuador del globo para mover el brazo de la persona con suavidad y naturalidad. Los investigadores reclutaron a diez personas que vivían con ELA para evaluar qué tan bien el dispositivo podría extender o restaurar su movimiento y calidad de vida.
El equipo descubrió que el dispositivo portátil robótico suave, después de un proceso de calibración de 30 segundos para detectar el nivel único de movilidad y fuerza de cada usuario, mejoró el rango de movimiento de los participantes del estudio, redujo la fatiga muscular y aumentó el rendimiento de tareas como sostener o alcanzar objetos. Los participantes tardaron menos de 15 minutos en aprender a usar el dispositivo.
Walsh dice que el wearable suave es ligero en el cuerpo y se siente como una ropa para el usuario.
Su equipo está colaborando con el neurólogo David Lin, director de la Clínica de Neurorecuperación de MGH, en aplicaciones de rehabilitación para pacientes que han sufrido un derrame cerebral. El equipo también ve aplicaciones más amplias de la tecnología, incluso para aquellos con lesiones de la médula espinal o distrofia muscular.
El prototipo actual desarrollado para ELA solo podía funcionar en los participantes del estudio que todavía tenían algunos movimientos residuales en el área del hombro. Sin embargo, la ELA suele progresar rápidamente en un plazo de dos a cinco años, lo que hace que los pacientes no puedan moverse y, finalmente, no puedan hablar ni tragar. En asociación con el neurólogo del MGH, Leigh Hochberg, investigador principal del sistema de interfaz neuronal BrainGate, el equipo está explorando versiones potenciales de dispositivos portátiles de asistencia cuyos movimientos podrían controlarse mediante señales en el cerebro. Esperan que un dispositivo de este tipo pueda algún día ayudar al movimiento en pacientes que ya no tienen actividad muscular residual.
El equipo está ansioso por que esta tecnología comience a mejorar la vida de las personas, pero advierten que aún se encuentran en la fase de investigación, a varios años de introducir un producto comercial.